Valió la Pena
A los graduados y colegas:
Qué camino difícil que elegimos, ¿no?
En un mundo donde las redes sociales nos acostumbraron a la recompensa inmediata. Donde nos dicen que la universidad quedó desactualizada. Que lo mejor es hacer un curso corto un alguna de las miles de pseudo-escuelas digitales. “¿Para qué estudiás ingeniería? ¿Por qué no hacés un curso de programación y listo?” me han llegado a decir. O más recientemente, un opinólogo afirmando en un medio importante que, con el avance de la Inteligencia Artificial, “un ingeniero se recibe sabiendo que todo lo que aprendió ya no sirve”. Escuchamos estas y muchas cosas peores. Así y todo, con la perseverancia que nos caracteriza, seguimos para adelante. Elegimos el camino difícil, sí, pero algo nos dice que es el correcto.
Y llega un día como hoy, y más que nunca, sabemos que ellos se equivocan. Se equivocan principalmente porque la facultad no nos enseña a programar. No nos enseña tampoco una tecnología específica que quedó “obsoleta”. La facultad no tiene nada que ver con eso. Nos enseña a razonar, a analizar, planificar y gestionar. Nos enseña a construir, a solucionar y a crear. Nos enseña a ser compañeros, a formar equipos y a empatizar. Nos enseña a escuchar, a reflexionar, e incluso, a negociar. Nos enseña a caernos y levantarnos. A frustrarnos, pero sobre todo, a superarnos.
Podría seguir mucho tiempo más enumerando todo lo que la facultad nos enseñó estos años. Pero creo que solo con esto ya es suficiente para afirmar que todo valió la pena. Valió la pena cada noche que nos quedamos desvelados para rendir un final. Valió la pena cada cachetazo que recibimos cuando las cosas no salieron como esperábamos. Cada salida con amigos que no pudo ser, cada corrida desde el trabajo hasta acá, valió la pena.
Hoy, ustedes son mucho mejores de lo que eran el primer día que cruzaron esa puerta. Hoy, están preparados para ser los mejores en sus trabajos. Para emprender, si quisieran, y fundar sus propias empresas. O simplemente, hacer lo que se propongan y cumplir sus sueños contra viento y marea. Y eso, me parece, no es poca cosa.
En lo personal, desde muy chico soñaba con ser Ingeniero. Y como a muchos de ustedes, el camino no me fue fácil. No creo en la meritocracia. Sí creo en el mérito, pero con eso no alcanza. Condición necesaria pero no suficiente, ustedes me entienden. Se necesita mérito, suerte y un contexto que acompañe, y tuve un poco de todo. Tuve la suerte de nacer en una buena familia, y en un país donde la mejor educación universitaria es la pública. Sin eso, soy consciente, no hubiera sido posible llegar hasta acá.
Por eso, sepamos que todos nosotros tenemos una deuda. No es una deuda financiera, es una deuda de honor, y es con Argentina. Nuestro país, que nos dio la mejor educación, merece nuestra retribución. Cada uno sabrá cómo y cuándo pagar esa deuda. Pero es nuestra obligación construir un país mejor. Con universidad pública de calidad. Con ciencia y tecnología de punta.
Ese es nuestro deber. Depende de nosotros.
Muchas gracias.
Ing. Pablo Pallocchi
Este discurso fue pronunciado el 28 de mayo de 2025 en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), Facultad Regional Buenos Aires (FRBA), durante el acto de colación de grado para 37 graduados de distintas ingenierias, sus familiares y seres queridos.